Conociendo la ciudad

Empezaba a conocer la ciudad y a recordar calles y direcciones, pero cuando quiso darse cuenta, descubrió que había acabado en una zona desconocida y que de nuevo estaba perdida. Se sacó la chaqueta que había cogido pensando que la temperatura era más baja y siguió paseando, buscando la manera de orientarse.

Se sentó en un banco y dejó que su cabello creara una cortina en torno a su cara, pensativa.

Una brisa le despeinó y en cuanto se apresuró a recojer los mechones de su cabello detrás de la oreja, tuvo la sensación de estar siendo observada.
Miró a su alrededor; niños, un par de ancianos charlando en el banco continuo. No, pero estaba cerca. Justamente en el banco de enfrente.
Atrapó su mirada y le retó a mantener el contacto visual. Era experta en incomodar a la gente de aquella manera, y si se trataba de un joven que rondara su edad, tenía aún más motivos para hacerlo. No había conocido aún a los pervertidos alemanes, pero estaba casi segura de que debían de ser como en todos los lados.
Seguía sin apartar la mirada, y por primera vez, observando aquellos ojos magnéticos, sintió una punzada en el estómago que le obligó a mirar hacia abajo.
Chasqueó la lengua, derrotada y molesta.

Lo miró con recelo, debatiéndose entre enviarlo por donde había venido o ser por una vez en su vida algo más sociable y mantener una conversación.
Volvió a mirar a su alrededor, el parque estaba lleno de gente. No debía ocurrir nada malo si intercambiaba un par de frases con el chico.

- Yo soy Blair - contestó, pensando en el forzado acento que tenía Alekséi.

"Buen ojo chaval, vienes a que te muestre la ciudad la chica perdida"
Se aclaró la garganta, algo incómoda.
- Yo también soy nueva aquí - dijo, desviando la mirada - Conozco algunas calles, pero no sabré guiarte si quieres ir a algún lugar específico - se levantó del banco, poniéndose a su altura - Pero, sí, puedo mostrarte lo que conozco, si quieres - "Si quieres acabar tan perdido como yo" quiso añadir, pero en su lugar esbozó una fugaz sonrisa.

- Ah. Yo llegué hace un par de semanas - comentó y comenzó a andar lentamente - ¿Vas a algún instituto de la zona? - preguntó, calculando mentalmente la edad del chico. No debía de ser mayor que ella pero tenía un aire serio y adulto que la desconcertaba y le hacia dudar.

Se paró en seco y miró a Aleksei sorprendida.
- Yo tambien voy a Pijo... a Leadership - rectificó, mordiéndose la lengua por la estúpida manera que tenía de llamar a la academia - Es normal que no nos hayamos visto, la escuela es muy grande y tiene muchos alumnos - murmuró, volviendo a caminar junto a Alekséi - Tampoco te pierdes mucho. El edificio y las instalaciones son algo antiguas y el resto no tiene el encanto de los jardines.

- Es un estúpido mote por el que la llamo - hizo una mueca, sonriendo avergonzada - Pijolandia, por la cantidad de alumnos cuya ropa vale más que una vivienda - se encogió de hombros y miró a Alekséi.
- Moscú - respondió, desviando la mirada hacia los árboles del parque - Pero he perdido parte de mi acento, ya no es tan cerrado - rió por lo bajo - Deberías de haberme visto los primeros días, nadie podía entenderme.

- No, ¡pero qué dices! - hizo un gesto con la mano restándole importancia y sonrió - Ni siquiera habria adivinado que eras de San Petersburgo si no me lo hubieses dicho.
- Ah, bueno, pienso igual que tú. Quiero decir, la ropa es sólo ropa, no te convierte en mejor o peor persona - sonrió tristemente y continuó - Pero intenta explicarlo en ese colegio. Son como borregos, siguen al que lleva la marca más cara. Y así de absurda es nuestra sociedad.

- Bueno, la academia parecía un buen reformatorio, así que me envió aquí, a Alemania - dijo, metiendo la mano en los bolsillos - Si te soy sincera, no hecho de menos nada. Ni a mi padre, ni a mi "patria". Nunca fui de las que se dan golpes en el pecho por pertenecer a una nación ni se le llenan los ojos de lágrimas cada vez que la recuerdan. Tal vez sea porque mis raices no son del todo rusas. Mi abuelo paterno era inglés - comentó despreocupadamente.
- ¿Y que te trajo a tí a Leadership? - preguntó con curiosidad.

Escuchó el discurso de Alekséi y se quedó en silencio. Nunca había tendio nada de lo que hablar orgullosamente, de hecho la mayor parte de su vida se había basado en ocultar todo lo que a ella le concerniese, desde la historia de su familia hasta su propia historia.
- Entonces estás aquí por decisión propia, ¿no? La mayoría de gente que conozco ha llegado por la fuerza - Incluyéndose a ella misma, por supuesto. Pero por algún motivo le avergonzaba horriblemente que Alekséi supiese las razones por las que estaba en Leadership, así que decidió ocultárselas por el momento.

- Leadership es una buena escuela y aunque no me guste abandonar mi vida en Rusia, es lo mejor para mí - miró intensamente a Alekséi, tal vez había sido demasiado cortante - En cuanto me gradue aquí volveré a Moscú, para seguir estudiando y luego, supongo que heredar el negocio familiar. ¿Qué vas a hacer tú?