Viktor Eriksson

Nombre: Viktor

Apellidos: Eriksson

Edad: 19

Clase de persona: (Alumno/a profesor/a): No va a la academia

Lugar de procedencia: Novgorod, Rusia

Antiguo colegio: No iva al colegio

Historia: Nació en Uppsala, una ciudad al norte de Estocolmo, hijo de un finés de veintitrés años y una sueca de veinte. Su padre había vivido hasta ese momento a medio camino entre Finlandia y Suecia, hasta que se casó.

Viktor pasó aparentemente los siente primeros años de su vida como cualquier otro niño sueco feliz. Aparentemente. En casa la historia cambiaba. Su padre muchas noches no las pasaba en casa y en las que se quedaba su madre lloraba y recibía varios morados en su cuerpo. Viktor no comprendía bien, era muy pequeño, y pensaba que incluso eso era algo normal. Pero una noche todo cambió, la noche de su séptimo cumpleaños, una noche que fue la última para su madre. De alguna manera su padre había logrado esconder su crimen y a los pocos meses estaban de viaje a Novgorod dónde su padre había conseguido trabajo. Él pensaba que el niño era pequeño para entender... pero era lo suficientemente mayor para saber que él, su padre, era el asesino de su madre.

Rusia supuso el inicio de su nueva y decadente vida. Su nivel académico descendió, de las matrículas a paneas aprobar alguna asignatura, se volvió violento y rudo con los demás y rechazaba cualquier tipo de autoridad sobre él. Su padre echó la culpa al cambio de país, constumbres e idiomas, pero la realidad era por su odio y fustración. A los trece años ya era drogadicto y muchas noches las pasaba fuera de casa, de borrachera o en casa de otros.

Pero su vida dio otro gran giro un cálido día de Junio. Él había ido a San Petersburgo con unos amigos para divertirse. Ese cálido día la conoció a ella, Anya. Era una bella chica de la élite rusa; pelo castaño, largo y ondulado, unos preciosos ojos grises que acompañaban al tono aristócrata de su piel. Que ella fuera de la clase rica no supuso ningún problema para ellos y a los dos meses ya estaban saliendo juntos. Ella supuso un gran cambio. De pronto tenía un significado, un centro para su vida. Dejó la droga y, aunque no volvió a la escuela, consiguió un buen trabajo que le permitiera viajar frecuentemente hacia San Petersburgo.

El resto de su vida no tiene mucha importancia. Solo que ha viajado a Heidelberg para recuperar algo que les pertenece a Anya y a él, algo que les ha sido arrebatado hace poco... un corazón...

Es precioso

[color=white] Muchas gracias a las dos! ^^/color]